RUTA: Valdemorillo-Río Perales-Navalagamella
Tipo de ruta: Lineal Recorrido: 14,84 Km Desnivel acumulado subida: 301 m Desnivel acumulado bajada: 344 m Dificultad: Fácil
PLANO DEL RECORRIDO
VISTA AÉREA
DESCRIPCIÓN DEL RECORRIDO
Partimos del parque de la Nava, en Valdemorillo, para tomar la vereda del viejo camino hacia Robledo de Chavela que seguiremos, en pronunciado ascenso, por las laderas de la peña de Valquemado; tras unos 4 km, nos encontraremos con un tramo asfaltado que discurre por el vado de los Barrancos y conduce hacia una zona de urbanizaciones colindantes con el secular trazado de la Cañada real Leonesa, que tomaremos y nos llevará en continuo descenso hasta el nacimiento del río Perales.
Lo que hasta ahora habían sido sosos parajes algo secos y faltos de vegetación, se irán poco a poco convirtiendo en sendas de espesos encinares y suelos húmedos, que animarán nuestro recorrido. Llegados al naciente curso del río, nos encontraremos una senda organizada desde Navalagamella para llevar a los restos de dos de los viejos molinos que surtían de harina a las poblaciones cercanas, incluida la capital del reino que siempre demandaba grandes cantidades de esta base alimenticia.
Nosotros la recorreremos en sentido inverso al que traen los que provienen del pueblo: desde los restos de un puente medieval que hubo allí donde el río forma una hoz, para atravesar por los Pradillos y, llegados a una pequeña área recreativa, seguir el cauce del arroyo del Hondillo hasta desembocar de nuevo en el del río, cuyas aguas discurren bravas por las gargantas rocosas y suaves entre los prados que llegan a invadirlas de vegetación.
Pronto nos encontramos vestigios del que fuera molino de Baltasar, hoy apenas visible por el cono de su torre de aceleración y algunos sillares amontonados cercanos; seguimos remontando el río por la bien cuidada senda y al rato vemos ruinas más llamativas, la del molino Alto o del Altillo, que de ambas maneras se le conocía en su época. Aquí podremos entender mejor lo que eran aquellos molinos hidráulicos de cubo, a los que llegaba el agua por un canal (cuz) hasta la torre de aceleración (cubo), en cuya base estaba el hueco de desagüe que movía las palas que hacía girar la piedra molinera.