Plano
Descripción
Numerosos son los caminos que recorrieron nuestros antepasados para viajar entre las escasas poblaciones que existían en nuestra península. Muchos de ellos soportaron el paso de legiones romanas, ejércitos musulmanes, caballeros medievales, tropas napoleónicas y sobre todo lugareños, hasta un pasado no muy lejano, para sobrellevar su pobre y penosa vida.
En esta salida recorreremos parte de uno de aquellos antiguos caminos, conocido como el Camino Viejo del Lozoya, que unía los pueblos de Garganta de los Montes y Lozoya. Su antigüedad es desconocida. Solamente se puede constatar, por la existencia de dos sólidos puentes de factura medieval, que en el siglo XV el camino debía ser importante.
El primero de ellos que encontraremos, prácticamente al inicio de nuestra andadura, es el de El Congosto, sobre el río Lozoya, cuyo nombre probablemente sea un derivado de “puente angosto”, como el que de igual nombre se encuentra en Salamanca. También se le conoce como puente de la Horcajada. En ambos casos es suficiente con verlo para justificar cualquiera de estas dos denominaciones. Lo forma un solo arco de medio punto apoyado sobre dos sólidas bases rocosas. Es mencionado en el libro de la Montería de rey Alfonso XI y se le supone construido entre los siglos XII y XIII.
El segundo Puente, el de Matafrailes, sobre el arroyo de Canencia, está situado a trescientos metros del encuentro de este arroyo con el río Lozoya, en el que desemboca. Es también de un solo arco, algo apuntado y toscamente construido, pero debió ser importante en aquella época puesto que su diseño, más ancho en ambos extremos, parece indicar que sobre él se exigían los derechos de pontazgo a viajeros y sobre a todo rebaños trashumantes. No se conoce a que circunstancia se debe su curioso nombre. Probablemente sea muy posterior al anterior (siglos XIV – XV).
El camino, que se consideraba de herradura en el siglo XIX, atraviesa prados, pastizales y pequeños robledales alternados con fresnedas. En las riberas abedules y álamos entre otros. La roca más abundante en la zona es gneis.
El paisaje, en pleno valle del Lozoya, está cerrado al norte por las estribaciones orientales de la Sierra de Guadarrama con su macizo de Peñalara y Somosierra. Desde buena parte del camino pueden distinguirse, al norte, picos como El Nevero( 2209m.) y el Reventón (1925 m.), con el Puerto de Navafría entre ambos. Hacia el SO los Altos del Hontanar, de modesta altura, en los que destaca el Alto de la Cachiporrilla (1620 m.) y hacia el sur, en la última parte del camino, la sierra de la Morcuera. El ella destacan los Picos de Mondalindo (1831 m.) y de la Peña Negra (1832 m.).
Garganta de los Montes es una pequeña población con menos de 400 habitantes. Fue inicialmente un asentamiento de pastores. Con los años la cabaña de ovejas merinas fue creciendo, el asentamiento se convirtió en aldea y paralelamente los vecinos, hasta entonces pastores, se dedicaron a otras actividades como el cultivo del lino y cereales. Estos últimos dieron pie a la construcción de dos molinos harineros, uno de ellos sobre el mismo río Lozoya. Su importancia ganadera está avalada por las numerosas vías pecuarias que confluyen en el lugar y los múltiples descansaderos para el ganado trashumante situados en las proximidades del río y arroyos. En el casco urbano del pueblo aún conserva un potro de herrar, hoy restaurado, que pueden visitarse.
Garganta de los Montes también tuvo su pequeña mina, de cobre, hace tiempo abandonada, en el paraje conocido como La Horcajada y durante el siglo XIX también otra de blenda (sulfuro de cinc) actualmente también cerrada. Hoy, como tantos otros pueblos de la zona complementa su economía con la caza, la pesca y sobre todo el turismo rural.
Fotos de José Luis
Fotos de Nelly
Fotos de Rosa